Cuando escribí la novela, «No quiero vivir sin ti», lo hice respondiendo a una realidad que acababa de vivir.

Nochebuena y Navidad siempre lo celebramos en casa toda la familia, pero Nochevieja y Año Nuevo lo hacíamos en un restaurante junto al mar, del que éramos asiduos clientes.

Aquel año no iba a poder ser. Un matrimonio lo había contratado al completo para juntar  a toda su extensa familia. Era una contrariedad para nosotros; teníamos que cambiar nuestros planes.

Me enteré en la comida de Nuevo Año. Aquella familia que se disponía a disfrutar, de forma espléndida, la cena de Nochevieja, tuvo que hacer frente a un inmenso dolor. ! Uno de sus jóvenes miembros decidió suicidarse aquella misma noche! !!!Terrible!!!

Me impactó muchísimo, a pesar de no conocer a la familia. Mi único contacto era indirecto: el Restaurante. Aunque traté de saber algo de aquella persona que tomó tamaña decisión, no pude averiguar nada, pero no la podía quitar de mi cabeza. ¿Qué pasó por esa mente? ¿Qué problema insuperable le lleva a una persona a tomar una decisión de la que no hay retorno? ¿Un suicidio los resuelve? Por eso escribí NO QUIERO VIVIR SIN TI.

Sé que la mente puede jugarnos malas pasadas, que solo buscando ayuda de profesionales se puede solucionar, y a veces ni con la mejor ayuda.