
La primera vez que conocí la palabra “nostalgia” era tan pequeña que justo acababa de aprender a leer. Sí, me dejó un recuerdo imborrable, como se puede comprobar.
El día de Reyes, unos espléndidos magos me dejaron, entre otros regalos de similar importancia, unos cuentos ilustrados: Mucho dibujo y poca letra. Dos de ellos me impactaron por muy distintos motivos. Al que ahora hago referencia era una historia que ya no recuerdo, pero sé que al final, el joven del cuento lloraba por la despedida de un amigo que temía no volverá ver, y secaba sus lagrimas con un pañuelo. La frase que sí recuerdo siempre, es: “unas gotitas de nostalgia quedaron impregnadas en aquel pañuelo”.
NOSTALGIA. Qué palabra más… triste, profunda y para mi, bonita. ¿Cómo iba a saber cuál era su exacto significado?, podía tener tres o cuatro años recién cumplidos, lo que si sabía era el efecto que la palabra producía en mi ánimo. Del contexto de lo leído, sin duda, deducía la tristeza por algo querido e irremediablemente perdido. Tal vez lo que tenía era el presentimiento de que a lo largo de mi vida también yo iría dejando atrás cosas importantes —por supuesto que no tenía ni idea de qué—, pero ahora ya sé que siempre vamos dejando cosas por el camino, cosas irrecuperables como la niñez, más tarde la adolescencia… la inocencia, y sobre todo, a seres muy queridos.
Es una palabra que, sin entender su significado, quedó grabada, para siempre, en mi vocabulario de palabras preferidas, por las nuevas sensaciones que acababa de despertar en mi ánimo.
Hoy la voz de NAT KING COLE, me ha recordado esa sensación…
Sigue…
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